Es difícil emitir una opinión referida a la erupción del volcán Eyjafjalla que sea tan original y llamativa como esta. Aun así, vamos a pelear por el segundo puesto en un combate que no presenta demasiados contrincantes.
Desde antes de Pompeya y la erupción del Vesubio hasta el día de hoy, los volcanes han sido tormentosa manifestación de la naturaleza. Sin embargo, es importante distinguir aquellos casos en donde la impotencia del hombre se encuentra con la fuerza de la naturaleza de aquellos en los cuales es la omniprescensia del Estado la que somete al ciudadano indefenso. Mientras que la historia se encuentra repleta de erupciones volcánicas que alimentan los ejemplos del primer caso, la situación de parálisis aeronáutica en Europa es llamativa por ser de las pioneras en una nueva acepción de la palabra catástrofe, en la cual el Estado y sus regulaciones han encontrado en la Naturaleza un aliado incondicional.
¿En qué momento la anticipada explosión de un volcán que implicó la evacuación de sólo 500 personas terminó por afectar de manera drástica a 7 millones? ¿Por qué motivo un fenómeno natural en uno de los países con menor densidad poblacional del mundo se convirtió en una catastrofe semejante al 11-S? La respuesta puede resumirse en una palabra: regulación.
¿Era realmente necesario paralizar por completo la actividad aeronáutica durante más de una semana en toda Europa?
Si bien no estoy en condiciones de afirmar con seguridad en qué medida volar entre la nube de cenizas hubiera constituído una actividad suficientemente peligrosa como para ser prohibida, debe reconocerse que en este aspecto la evaluación no es unánime. Y habiendo reconocido la aceptable controversia la hora de evaluar riesgos, la pregunta es: ¿debería ser el Estado quien se hace cargo de determinar quién debe asumir el riesgo de llevar adelante cierta actividad, o debería ser precisamente quién incurre en dicho riesgo?
¿Hubiera sido aceptable acaso si el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires prohibía a todos los automovilistas circular por la calle el día Domingo entre las 20hs y las 21hs para evitarles los riesgos del granizo? Yo creo que no.
Queda librado a la subjetividad de cada uno encontrar respuesta a estas preguntas. Sin embargo, quien se pronuncie en forma afirmativa a favor de la intervención paternalista no puede dejar de reconocer que la erupción volcánica no implica por sí sola el caos que Europa ha vivido en las últimas semanas. De no haberse prohibido por completo los vuelos en estos últimos días, más de un viajante hubiese decidio asumir el riesgo de volar estando dispuesto a soportar él mismo las posibles consecuencias. Y más de una empresa hubiese estado dispuesta a proveer ese vuelo, probablemente previa firma de un contrato que la desligue de las eventualidades responsabilidades (contrato que, por definición, hubiese contado con el consentimiento de ambas partes). Si los gobiernos hubisen permitido llevar adelante esos vuelos, quienes decidieron viajar sin duda hubiesen sido más felices al haberseles permitido llevar adelante su voluntad. También se habrían beneficiado las aerolíneas que tomaban la decisión de realizar esos vuelos. ¿Quién se hubiese perjudicado entonces? Si pudiera contestar esa pregunta, no estaría escribiendo este post.
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ResponderEliminarNo estoy de acuerdo en este caso por una sola razón. Arrastremos esto a un caso que vivimos todos los días. El uso del cinturón de seguridad. Como todos saben, el uso del cinturón de seguridad para circular en automóvil es obligatorio. Si me mantengo en la misma linea de pensamiento del articulo, me podría preguntar si el estado realmente debería obligarme a usarlo. El estado debería dejarme elegir si quiero correr el riesgo de tener un accidente mientras que no uso el cinturón de seguridad. Sin embargo no estoy de acuerdo con con esto, y me parece que el accionar del estado es el correcto. Supongamos que Nicolas es el conductor mayor de edad e Ivan es el hijo de Nicolas de tan solo 8 años. Si el uso de cinturón no estuviera regulado y Nicolas no le pareciera necesario el uso del mismo, que les hace pensar que si le va a parecer necesario ponérselo a su hijo de 8 años que claramente no tiene la edad suficiente como para contradecir a su padre y tomar una decisión propia y acertada. Si trasladamos el ejemplo a las aerolíneas creo que mi punto es muy claro.
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