En 1987 se debatía en el Congreso la "Ley de Divorcio". El debate en el parlamento se retrasó mas de 10 meses y la sociedad (medios de comunicación, debates de café, actividad académica) centraba su atención con argumentos a favor y en contra del proyecto que permitiría disolver legalmente el matrimonio. La voces en contra "argumentaban" :
"Existe un auge de elementos sociales negativos que atacan y vapulean las células básicas de la sociedad, como la familia".
"El divorcio, entre otras cosas, aumenta la delincuencia juvenil, como lo demuestran los estudios efectuados en los Estados Unidos, donde el 90 por ciento de los delincuentes juveniles son hijos de padres divorciados".
"El vínculo matrimonial no puede ser sino perpetuo. Hablar de un vínculo disoluble o revocable es sencillamente imposible."
Particularmente ,la Iglesia Católica había intensificado su campaña contra el proyecto, que, se afirmaba, vendría a destruir para siempre la familia tal como se la conocía. Los opositores a la sanción de la ley también argumentaban que habilitar el divorcio vincular era un estímulo para que las parejas se divorciaran.
Hoy, 23 años después , las mismas "razones" son las que no permiten que se dejen de violar los derechos de los homosexuales.
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